Enmarcada entre los valles de los ríos Júcar y Cabriel, la Manchuela se ve favorecida por unas condiciones...
Enmarcada entre los valles de los ríos Júcar y Cabriel, la Manchuela se ve favorecida por unas condiciones edafoclimáticas muy particulares.
Los suelos arcillosos con base calcárea de los sedimentos de ambos ríos recogen y mantienen el agua de lluvia que cae cuando aún no ha crecido la uva.
La escasa humedad, la ausencia casi total de lluvias entre los meses de mayo y septiembre, y la gran cantidad de horas de sol recibidas durante su maduración hacen que el riesgo de enfermedades sea ínfimo, y por lo tanto su calidad no se ve afectada por tratamientos fitosanitarios.
Los viñedos, cultivados en una superficie aproximada de 72.000 hectáreas se ubican a una altitud de entre 600 y 1.100 metros sobre el nivel del mar en un clima continental, influidos por los vientos húmedos del Levante. Las altas temperaturas diurnas producidas por el viento de poniente y el frescor nocturno de la brisa mediterránea favorecen una maduración lenta y una perfecta formación de os polifenoles de la uva.
Todo esto, unido a los tradicionales sistemas de cultivo de Manchuela con unas moderadas producciones, nos dará un marco idóneo para garantizar la personalidad y extraordinaria calidad de sus vinos.
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