La Denominación de Origen Catalunya se extiende por el noreste de la Península Ibérica, entre el Mar Mediterráneo y...
La Denominación de Origen Catalunya se extiende por el noreste de la Península Ibérica, entre el Mar Mediterráneo y los Pirineos. Se encuentra comprendida entre los 40,3º y los 32,5º de Latitud Norte y entre 1º y los 3,2º de Longitud Este del Meridiano de Greenwich. Reúne cerca de 50.000 ha. de superfície vitivinícola repartida en más de 300 términos municipales de Catalunya, donde el viñedo se ha conreado de manera tradicional, llegando a ser así un elemento característico e inherente de sus paisajes, de la dieta, de sus habitantes y de su cultura.
Zona de producción
El ámbito geográfico de la DO Catalunya tiene globalmente un clima mediterráneo, con muchas horas de sol (>2.500 h/año), con inviernos secos y templados y veranos no muy calurosos. La primavera y el otoño acostumbran a ser las estaciones más inestables y lluviosas. La temperatura media anual está alrededor de los 14-15ºC y la pluviometría va desde los 350 mm/año de las aéreas más secas a los más de 600 mm/año de las zonas más húmedas. En el pre litoral y litoral, las brisas marinas reculan el calentamiento solar, que es más intenso a medida que nos adentramos hacia el interior. En la costa, el clima es más suave y templado, con temperaturas que aumentan de norte a sur, contrariamente a la pluviosidad. El interior, alejado del mar, presenta un clima continental mediterráneo, con inviernos fríos y veranos calurosos.
Las nuevas plantaciones suelen potar por el sistema de conducción en espaldera, con podas largas tipo Guyot o bien, corta con cordón Royat, simple o doble. No obstante, continúan existiendo muchas viñas viejas con la conducción tradicional en vaso, con 4-6 brazos y cabezas de dos yemas vistas. Las densidades de plantación del viñedo pueden ir desde las 1.800 a las 4.500 cepas/ha. Aún así, con las últimas plantaciones se está observando cierta tendencia a incrementar este valor, acercándolo más a las 3.000 cepas/ha. La producción máxima permitida por poder ser destinada a la elaboración de vinos con DO Catalunya es de 10.000kg/ha para las variedades de uva tinta y de 12.000 kg/ha para las variedades de uva blanca.
Los suelos predominantes en la DO Catalunya son depósitos sedimentarios de naturaleza calcaria, pobres en materia orgánica y textura media.
Los Vinos
La DO CATALUNYA ampara vinos blancos, rosados y tintos. Estos pueden buscar su máxima expresión de materia prima: la uva, mediante la fermentación de mostos en tinas de acero inoxidable y bajo un estricto control de la temperatura.
O bien, presentar el bouquet característico del contacto con la madera de roble, que a la vez, enriquece en complejidad. Podemos encontrar crianzas, reservas y gran reservas, con un tiempo en barrica, en el caso de los vinos tintos, de 6, 12 o 24 mesos, un período de envejecimiento total de 2,3 o 5 años respectivamente.
Completan la oferta, aunque en pequeña proporción, los vinos de aguja y los vinos de licor.
En términos generales, nos referimos a vinos de corte moderno e innovador. De color atractivo, con una intensidad aromática media-alta, más o menos estructurados en función del rendimiento productivo en viña, de acidez moderada y un final que invita a seguir consumiéndolos.
Encontrarán coupages insólitos de acuerdo con las múltiples opciones que ofrece su amplio abanico de variedades de uva autorizadas. Las variedades de cultivo tradicional en Catalunya se conjugan a menudo con las variedades foráneas implantadas en nuestro territorio recientemente.
Las Variedades
Los 2000 años de viticultura en Catalunya han posibilitado una amplio abanico de variedades autóctonas o tradicionales. No obstante, en las últimas décadas, se han incorporado otras variedades foráneas, adaptadas perfectamente a nuestro clima y tierras, produciendo vinos de calidad excelente.
En total, la DO Catalunya tiene autorizadas 35 variedades de uva para la elaboración de sus vinos.
Dentro de las variedades de uva blanca encontramos: albarinho, chardonnay, chenin, garnatxa blanca, gewürztraminer, macabeu, malvasia, malvasia de Sitges, moscatell (de Alexandria y de Frontignan), parellada, Pedro Ximénez, picapoll blanc, riesling, sauvignon blanc, sumoll blanc, xarel·lo, viognier y vinyater.
Entre las variedades de uva tinta hay: cabernet franc, cabernet sauvignon, garnacha negra, garnacha peluda, garnacha roja (garnacha gris), garnacha tintorera, merlot, monastrell, petit verdot, picapoll negro, pinot noir, samsó (cariñena), sumoll, syrah, trepat y tempranillo
El viñedo y el vino en Catalunya son tan antiguos como su historia y cultura. El mar Mediterráneo, cuna de culturas, fue quien forjó bajo un mismo suelo y un mismo viento, la vitivinicultura en Catalunya. Puerta de entrada para fenicios y griegos con su comercio a través del Mediterráneo, la viña se implantó en Catalunya en el siglo IV a. C, alrededor de la metrópoli griega de Emporio. Durante la época del Imperio Romano, siglos II a. C. y V d. C., el cultivo de la vid se consolidó en Catalunya, siendo trabajada por los propios romanos (privilegio establecido por Cicerón el año 125 a. C.). En el año 100 a.C. alrededor de todas las urbes romanas de Catalunya se cultivaba la viña (Emporiae, Gerunda, Barcino, Tarraco…), con una producción bastante importante, pues es vino se exportaba tanto a la capital del Imperio Romano, como en ciudades del norte de África y también a Galia y a Bretaña. El vino se envasaba en ánforas fabricadas en hornos cercanos a los viñedos, como Ermedes (Cornellà de Terri), Castell (Sant Boi de Llobregat), etc.
La caída del Imperio Romano, siglo V d. C., y la invasión de los pueblos bárbaros y musulmanes posteriormente, provocó que el viñedo se dejara de cultivar los siglos VI, VII y VIII d. C. Catalunya, durante la primera mitad de la Edad Media, fue terreno fronterizo entre el Reino Franco y el musulmán del Emirato de Córdoba (Marca Hispánica) y, como resultado de las continuas luchas, el terreno quedó desolado e incultivable. Durante los siglos X y XI, en establecerse el Condado de Barcelona (Guifré I el Peloso) e independizarse del Reino Franco (Borrell II), la ciudad de Barcelona logró su esplendor político y económico y su expansionismo (reinados de Ramón Berenguer III y IV, Alfonso I, Pedro I el Católico y Jaime I el Conquistador). En les tierras catalanas conquistadas, los monjes cistercienses construyeron importantes monasterios como los de Santes Creus (siglo XI) o el de Santa Maria de Poblet (siglo XII), volviendo a cultivas viña en sus alrededores y a elaborar vino en sus bodegas, puesto que los hombres de la reconquista sabían abrazar el arte de sus catedrales (monasterios) con los frutos de la tierra (cereales, viña y olivos).
En las cercanías de los monasterios, el viñedo se extendió por toda la geografía meridional catalana, llegando a ser el año 1758, la principal fuente de ingresos del campo catalán, y uno de los principales motores de su economía, puesto que vinos, mistelas, aguardientes catalanes eran exportados a mercados ingleses y las colonias de ultramar, llegando a ser el primer capítulo de las exportaciones catalanas.
A finales del siglo XIX en Catalunya estalló un movimiento artístico que aún nos maravilla hoy día, el Modernismo, arquitectos de la talla de Gaudí (1852-1926), Cèsar Martinell (1888 -1973), Domènech i Montaner (1850-1923), Puig i Cadafalch (1867-1956) … construyeron bodegas apoyados por el espíritu innovador de la Mancomunidad Catalana (creada le año 1913), auténticas obras de arte, como las bodegas cooperativas del Pinell del Brai, Falset, Gandesa, Nulles, L’Espluga de Francolí, Rocafort de Queralt, Sarral, entre otras, llamadas Catedrales del Vino, dignas de ser visitadas.
Pero la viticultura en Catalunya no es solamente historia si no también modernidad, con la aplicación de la tecnología más avanzada (viñedos emparrados, selección sanitaria y clonal, fermentaciones con temperatura controlada, crianza de vinos en barricas de roble, análisis y controles constantes de calidad…), para obtener como resultado vinos de inmejorable calidad, que junto con la tradición hace que el vino catalán siga manteniéndose reconocido por todo el mundo.
En el aspecto vitivinícola, Catalunya también tiene una importante y arraigada tradición, con innumerables actividades tradicionales catalanas relacionadas con el campesinado y la viticultura. Es de destacar en casi todas las poblaciones vitivinícolas de la geografía catalana, las Fiesta de la Cosecha que se realizan durante los meses de septiembre y octubre. Los Concursos Castellers en les poblaciones vitivinícolas de Valls, Vilafranca del Penedès, la Bisbal del Penedès, l’Arboç del Penedès… I las innumerables muestras de vinos catalanes que se realicen en muchas poblaciones catalanas, siendo la principal de ellas la que se organiza anualmente en Barcelona, durante las fiestas de la Mercè (24 de septiembre).
(24 de setembre).
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