Perelada es hoy una bodega de prestigio, con una completísima gama de vinos, y un gran grupo, detrás del éxito del cual se encuentra la privilegiada visión empresarial de una familia, los Suqué Mateu.
Quienes no sólo han sabido aprovechar el potencial del Empordá, la zona vitivinícola más antigua de la península ibérica, sino que han ayudado también y en gran manera a su dinamización. La historia de Perelada como bodega empieza con la adquisición del castillo de esta localidad del norte de Cataluña, Perelada, por parte de Miguel Mateu en 1923. Don Miguel había heredado el espíritu empresarial de su padre, Damián Mateu, cofundador de los automóviles Hispano-Suiza, e hizo de su pasión por el mundo del vino otra de sus exitosas actividades. Don Miquel retomó el pasado vinícola de las propiedades del Castillo de Perelada y convirtió parte del antiguo edificio en la sede de sus colecciones de arte (pintura, cerámica, cristal y una biblioteca que reúne todavía hoy algunos ejemplares de valor incalculable); vino, arte y cultura serán una constante permanente en esta familia. A su muerte, su yerno Arturo Suqué tomó las riendas de la compañía, liderando una profunda transformación que ha situado la bodega entre las más prestigiosas del país, hasta cederlas a su hijo Javier, a finales de los 80. A Javier Suqué se debe la adquisición de nuevas viñas, la ampliación de los viñedos de propiedad para un mejor control de la calidad, y una apuesta clara por la innovación y la investigación. Es bajo la dirección de Javier Suqué que Perelada consolida su buen nombre en el sector vitivinícola y lidera el espectacular resurgimiento de la región vinícola del Empordà. Los vinos de Perelada tienen identidad, transmiten historia y paisaje. No sólo sus vinos están impregnados de paisaje y son ricos en aromas del lugar (tomillo, romero, eucalipto, pino...), en especial sus Vinos de Finca, vinos complejos reflejos del terruño; también sus marcas y etiquetas están estrechamente ligadas al entorno, al pasado vitivinícola de la zona o a las actividades de mecenazgo cultural o social del grupo: Gran Claustro (en alusión al convento carmelita anexo al castillo), las gamas Jardins o Cigonyes (por las cigüeñas que anidan en los jardines del castillo, diseñados por el paisajista parisino François Duvillers en el s. XIX), la marca Blanc Pescador (un homenaje a los pescadores de la Costa Brava), el blanco Collection (cuya etiqueta reproduce algunas de los exclusivas piezas de la Colección de Cristal), o cada unos de los Vinos de Finca, con sus particulares denominaciones: Malaveïna, La Garriga, Espolla, Garbet. Otra de las virtudes de Perelada es haber sabido llegar a todos los públicos, ofreciendo vinos exclusivos como el emblemático Finca Garbet, pero también gamas de precios muy asequibles. Perelada cuenta con marcas tan consolidadas como Gran Claustro o Blanc Pescador, un original vino de aguja y uno de los blancos más vendidos en España. En la actualidad, los vinos de Perelada se exportan a más de 56 países y en el grupo encontramos otros proyectos más allá del Empordà: Casa Gran del Siurana, en el Priorat; Finca La Melonera, en Málaga; Bodegas Fin de Siglo en Rioja; aparte de su actividad como distribuidores e importadores de grandes vinos internacionales como los de la australiana Penfolds o la siciliana Planeta.
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