Emoción, sensibilidad, técnica y cupage. La tradición no está reñida con la modernidad. Así, en el proceso de elaboración se utiliza maquinaria de última generación.
Cada parcela se consigna en cisternas separadas, depósitos de acero inoxidable de pequeña capacidad. La vinificación se realiza con un minucioso control de temperatura. La clasificación inicial de los terruños y cualidades facilita las labores de los cupages. El arte del vino. La última fase es la del reposo y el silencio. La obligada crianza se realiza en barricas de roble francés. El tiempo de permanencia en los toneles viene determinada por la cata del enólogo. Sólo cuando se supera la expectativa creada el vino se embotella. Los vinos no se filtran ni se clarifican: se quiere preservar el aroma y la estructura propias, la identidad original. El embotellado se realiza en la misma propiedad. La sala de crianza está 3 metros debajo del suelo, con un sistema de control de temperatura y humedad que garantiza la estabilidad. Aquí, cada botella adquiere el sello personal, el carácter de edición limitada.
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