En la actualidad el Monasterio de Imas se ha convertido no sólo en la sede social de Barón de Ley, sino que también acoge a algunos de sus mejores caldos.
La restauración del edificio histórico, acometida en los años 95 y 96, recrea con sus muebles de época los años dorados de la casa a finales del Siglo XIX, cuando la familia Jimenez era propietaria de la casa y administraba la finca agrícola. En el mismo se pueden admirar dos zonas claramente diferenciadas; por un lado los aposentos de la familia y por otro las habitaciones que ocupaban de los trabajadores de la finca, en lo que anteriormente fueron las celdas de los monjes. Por último, la “bodega del monasterio” es el colofón de la visita al edificio, ocupando las antiguas caballerizas del cenobio; una espectacular fusión entre la antigua tradición benedictina y los grandes vinos de hoy. Hasta seis “foudres” de roble francés de única factura y un bellísimo y enrejado botellero en rima dominan la estancia, en la que duermen algunos de los más grandes vinos de Barón de Ley.
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